viernes, 22 de mayo de 2009

LA DESICION PARA UN TRASPLANTE DE MEDULA OSEA


CUANDO SE DECIDE QUE SE DEBE REALIZAR UN TRASPLANTE DE MEDULA OSEA

El trasplante de médula ósea se realiza cuando se ha producido un daño en la médula ósea que le impida realizar las funciones que, antes de la quimioterapia, estaba realizando. Estas funciones consisten en la formación de las células sanguíneas, papel fundamental para la vida humana.

La quimioterapia se administra para destruir las células cancerosas pero, al mismo tiempo, puede dañar la médula ósea y otros órganos. Por esto generalmente no se suelen utilizar dosis muy elevadas.
Cuando la leucemia no desaparece a dosis moderadas de quimioterapia y se requiere, para la curación, administrar una dosis mucho mayor, junto con el empleo en ocasiones de radioterapia, será necesario realizar un trasplante de médula ósea porque ésta va a ser destruida por la quimioterapia.
A la administración de quimioterapia previa al trasplante, se le denomina acondicionamiento.
Con este trasplante se administra células madre que son productoras de las células que forman la sangre.

Las células madre se pueden conseguir directamente de la médula ósea o de la sangre periférica.

Si se extraen de la médula, habrá que realizar múltiples aspiraciones en los huesos de la cadera (crestas iliacas) bajo anestesia general.
En la médula ósea existe una célula madre por cada 2.000 células, para conseguir un número suficiente de células madre hay que extraer casi un litro de médula, por este motivo hay que realizar múltiples pinchazos y el paciente tiene que estar anestesiado.
Otro método consiste en emplear citoquinas, que son una especie de "hormonas de la médula ósea" que hacen que salgan las células madre a la sangre periférica y sean recogidas con unos separadores celulares mediante un procedimiento denominado aféresis o leucoféresis a través de una máquina similar a la de diálisis.
Una vez extraídas se colocan en una bolsa de transfusión para administrarla por vía intravenosa al paciente compatible, o bien se congela a -200¼ C, en el caso de trasplante autólogo.
Cuando la médula se introduce en el interior del torrente sanguíneo a través de un catéter central, estas células madre se dirigen hacia las cavidades de los huesos donde se implantan, maduran y se multiplican. Así el paciente puede producir de nuevo células sanguíneas sanas.
En ocasiones este procedimiento supone la única posibilidad de curación para algunos pacientes con leucemia u otras enfermedades como aplasia medular, mieloma múltiple, linfoma maligno, talasemia mayor, etc. ...
Existen dos tipos de trasplante de células madre, el alogénico y el autológico.
Cuando las células que se trasplantan, sean de médula ósea o de sangre periférica, son de un donante, familiar o no, cuyo tipo tisular es casi idéntico al del paciente, se habla de
trasplante alogénico.
El trasplante autólogo consiste en obtener médula ósea del propio paciente, mientras la enfermedad está en remisión para mantenerla congelada y realizar el trasplante después de aplicarle al paciente una dosis alta de quimioterapia. Este tipo se realiza cuando no existe un posible donante o se considera que el riesgo es muy elevado con el trasplante alogénico, por el posible rechazo que pueda sufrir el paciente.
Si no tiene un hermano gemelo, las posibilidades de conseguir un donante compatible no son superiores al 35%.
El trasplante autólogo tiene menos riesgos que el alogénico al no existir el rechazo. Sin embargo, hay mayor índice de recidivas porque es posible que, al extraer la médula del propio paciente, quede alguna cancerosa que produzca después del trasplante que la enfermedad reaparezca.
Una vez que se ha realizado el trasplante, la médula tarda en reconstituirse unas 3-4 semanas. Durante este período, denominado aplasia, el paciente no posee el número de células sanguíneas suficiente como para mantenerse con vida. Por ello tiene un riesgo elevado de sufrir infecciones o hemorragias, por lo que debe permanecer en el hospital para realizarle transfusiones o administrarle antibióticos.

lunes, 11 de mayo de 2009

Los expertos no creen que congelar el cordón «en privado» sea efectivo

Desde que en 2006 los Príncipes de Asturias decidieron conservar la sangre del cordón umbilical de la mayor de sus hijas en un banco de muestras en Estados Unidos, han proliferado en nuestro país compañías dedicadas a conservar este material rico en células madre por una cantidad que ronda los 2.000 euros (más unos 100 anuales).
Muchos padres se enfrentan a esta decisión cuando nacen sus hijos: ¿Debo pagar para conservarlo? ¿Las necesitaré en el futuro? ¿Servirán? Una encuesta realizada a 93 pediatras estadounidenses y canadienses, publicada en 'Pediatrics', revela que los profesionales no son muy partidarios de esta práctica.
La presencia de células madre adultas en la sangre del cordón, como las que hay en la médula ósea, hace de este material una posible fuente para trasplantes en el caso de enfermedades sanguíneas como la leucemia.
Sin embargo, los datos de la encuesta revelan que muchos especialistas prefieren decantarse por buscar un donante de médula ósea u otro de sangre de cordón almacenada en un banco público (trasplante alogénico) que por las células propias del receptor (trasplante autólogo).
De los miles de procedimientos que habían realizado estos especialistas, sólo 50 se hicieron con muestras privadas: nueve del propio bebé y 41 para un donante compatible. Según explica el trabajo, en 36 de estos 41 trasplantes alogénicos, el cordón umbilical del niño se congeló en un banco privado sabiendo que existía una indicación compatible para un posible receptor (casi siempre, un hermano).
«En general, los pediatras son partidarios de congelar el cordón si existe una patología previa en la familia», aclara Matesanz. «Esto es lo que se conoce como donación dirigida, que puede beneficiar a un hermano vivo o a otro niño que pueda venir, y también se lleva a cabo en los bancos públicos españoles».
Poniéndoles ejemplos concretos, sólo un 6% de los especialistas señaló que elegiría sangre del propio cordón para tratar la recaída de un niño con leucemia linfoblástica aguda (el cáncer más frecuente en la infancia) si éste tuviese un donante de médula o cordón compatible. «Esta opción se desaconseja por el propio componente genético de esta leucemia», dice Matesanz.
Sobre congelar en un banco privado, ningún encuestado recomendaría esta opción a los padres de ascendencia europea y con otro hijo sano. Sí se mostraron más partidarios de que las parejas pertenecientes a minorías étnicas recurrieran a ella, puesto que es más difícil hallar donantes compatibles no emparentados.